lunes, 3 de diciembre de 2012

La Mierlita

                                                         LA  MIERLITA 
             
          
. “Había una vez una mierlita que tenía su nido en un roble
Acababa de tener cinco hijitos y cantaba muy contenta:
¡Qué contenta estoy;
qué contenta estoy,
a mis cinco merlitos
comida les doy!
Pero cierto día pasó por allí una zorra que le dijo:
¿Por qué estás tan contenta, doña mierlita?
. Porque tengo cinco mierlitos que son una preciosidad –contestó la mierlita
¿Y por qué no me enseña usted uno? –dijo la zorra. Yo tengo una pata quebrada (era mentira) y no puedo subir al roble. Ande, por favor, enséñeme uno para que lo vea.
Bueno, bueno… -dijo la mierlita cogiendo con el pico uno de sus hijos.
Pero a la zorra, nada más ver al mierlito, empezó a hacérsele la boca agua y le entraron unas ganas enormes de comérselo.
: Y entonces dijo a la mierlita
Pues si no me das ahora mismo un mierlito voy a mi madriguera, cojo el jápele-jópele y te corto el roble. Y si te corto el roble, se rompen las ramas; y si se rompen las ramas, se rompe el nido y te quedas sin mierlitos.
La pobre mierlita pensó que si le cortaba el roble con el jápele-jópele, perdería a todos sus hijos, así que muy triste, echó un mierlito a la zorra, que se lo zampó de un bocado y se marchó tan contenta.
Al día siguiente, la mierlita cantaba triste en su nido:
¡Ay, qué triste estoy,
ay, qué triste estoy,
a mis cuatro mierlitos
comida les doy!
Volvió a pasar por allí la zorra, y parándose bajo el roble, le dijo:
Si no me echas otro mierlito, iré a la madriguera a por el jápele-jópele y te cortaré el roble. Y si te corto el roble, se rompen las ramas; y si se rompen las ramas, se rompe el nido y te quedas sin mierlitos.
Y la mierlita, por miedo a perder a todos sus hijos, cogió otro mierlito con el pico y se lo echó a la zorra, que se lo zampó de un bocado y se marchó tan contenta.
Al día siguiente, la mierlita cantaba muy triste en su nido:
¡Ay, qué triste estoy,
ay, qué triste estoy,
a mis tres mierlitos
comida les doy!
Y otra vez pasó por allí la zorra; y parándose bajo el roble, le dijo:
Si no me echas otro mierlito, iré a la madriguera a por el jápele-jópele y te cortaré el roble. Y si te corto el roble, se rompen las ramas; y si se rompen las ramas, se rompe el nido y te quedas sin mierlitos.
Y la mierlita, por miedo a perder a todos sus hijos, cogió otro mierlito con el pico y se lo echó a la zorra, que se lo zampó de un bocado y se marchó tan contenta.
Al día siguiente, la mierlita cantaba muy muy triste en su nido:
¡Ay, qué triste estoy,
ay, qué triste estoy,
a mis dos mierlitos
comida les doy!
Y otra vez pasó por allí la zorra; y parándose bajo el roble, le dijo:
Si no me echas otro mierlito, iré a la madriguera a por el jápele-jópele y te cortaré el roble. Y si te corto el roble, se rompen las ramas; y si se rompen las ramas, se rompe el nido y te quedas sin mierlitos.
Y la mierlita, por miedo a perder a todos sus hijos, cogió otro mierlito con el pico y se lo echó a la zorra, que se lo zampó de un bocado y se marchó tan contenta.
Al día siguiente, la mierlita cantaba muy muy muy triste en su nido:
¡Ay, qué triste estoy,
ay, qué triste estoy,
a mi mierlito
comida les doy!
Entonces acertó a pasar por allí el alcaraván, que había estado unos días en las bodas de su prima, la golondrina.
Y al ver tan triste a la mierlita, le preguntó que qué le pasaba; y ésta le contó cómo la zorra se había ido comiendo a sus hijitos porque la amenazaba con contarle el roble con el jápele-jópele.
¿Pero cómo es posible que te hayas dejado engañar así? Con el jápele-jópele no se cortan los roble, que se cortan con hachas de acero, y brazos de niño, de niña, de mujer y de hombre.
Pues ahoradijo el alcaraván-, vas a cantar muy contenta:
¡Qué contenta estoy,
qué contenta estoy,
a mi mierlito
comida le doy!
Y otra vez apareció la zorra, debajo del roble, y le preguntó a la mierlita:
¿Por qué estás tan contenta? ¿No sabes, acaso, que vengo a zamparme al último mierlito que te queda? Y si no me lo echas, iré a la madriguera a por el jápele-jópele y te cortaré el roble. Y si te corto el roble; se rompen las ramas; y si se rompen las ramas, se rompe el nido y…
Los robles no se cortan con el jápele-jópele, que se cortan con hachas de acero y brazos de niño, de niña, de mujer y de hombre.
¿Quién te lo ha dicho? –jopeó rabiosa la zorra.- Seguro que ha sido…¡la tórtola!
¡Nooo!
Pues…¡el cuco!
¡Nooo!
¿Ha sido el alcaraván…? ¡Ha sido el alcaraván!
Y el alcaraván, al oír su nombre, empezó a volar y a volar hasta que tuvo sed y bajó a una alberca a beber agua.
Y cuando estaba bebiendo agua, llegó la zorra, y lo atrapó entre sus dientes, dispuesta, claro, a zampárselo como había hecho con los cuatro mierlitos.
Pero el alcaraván, que era muy astuto le dijo:
Ay zorrita, no me comas; pues los alcaravanes no estamos buenos si antes de comernos no dicen tres veces: ¡Alcaraván, comí! ¡Alcaraván, comí! ¡Alcaraván, comí!
Y la zorra, que era muy glotona, abrió la boca para decir tres veces ¡Alcaraván, comí! ¡Alcaraván, comí! ¡Alcaraván, comí!
Entonces aprovechó el alcaraván para escaparse volando, al tiempo que gritaba:
¡A otro tonto, pero no a mí!
Y, colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Y quien no levante el culo, se queará pegado.”

jueves, 20 de septiembre de 2012

La maldición del castillo.

Había una vez un niño llamado Álvaro. Se lo estaba pasando muy bien en sus vacaciones de verano pero se le acabó el verano y tenía que ir al colegio. Este año empezaba 5º. Tenia muchas ganas de empezar el colegio para ver a sus amigos. El primer día por la mañana le costo aconstumbrarse a levantarse tan pronto. Cuando llego a clase vio que le había tocado con:Darío, Pablo, Dani, Rodrigo, Jaime, Diego,Alex, Ivan, Gullermo, Adri, Carlos, Paula, Noelia, Patri, Alva, Maria, Marta, Sofia, Andrea y Lidia. Cuando nos dieron la ficha de las escursiones vi que nos tocaba ir al castillo de las catacumbas perdidas. Cuando lo vi me asusté de lo siniestro que era el nombre,entonces vi cuando nos tocaba ir. No ponia nada asique se lo pregunte al profesor. El profesor me dijo que era mañana la escursion y se puso a decir lo que teníamos que llevar. Al día siguiente me fui al colegio con miedo,pero me lo pase muy bien con mis amigos cantando en el autobús canciones divertidas. Cuando llegamos vi el castillo,era enorme y daba mucho miedo. Todos los niños se asustaron.